sábado, 23 de agosto de 2008

Cambios y mÂs cambios.


Cambios del organismo propios de la edad

Disminuye el metabolismo basal.

OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que a partir de los 40 años la necesidad de energía para ambos sexos desciende un 5% por cada década. Ello se debe a que disminuye el metabolismo basal del individuo, es decir, la energía que consume el organismo en situaciones de reposo para mantener las funciones vitales: bombeo de sangre, mantenimiento de la temperatura corporal, etc. Esta reducción se traduce en la necesidad de aportar menos calorías, algo no contemplado por muchas personas y que explica porqué aumentan progresivamente de peso si mantienen los mismos hábitos de alimentación que años atrás. Este incremento gradual de peso conduce a la obesidad si no se corrige a tiempo.

El parámetro objetivo que permite definir la existencia de obesidad es el Indice de Masa Corporal (IMC) que resulta de dividir el peso real de la persona en kilogramos entre la talla expresada en metros al cuadrado. Se considera que una persona es obesa cuando su IMC es igual o superior a 30 Kg/m2. Dos factores ejercen un impacto importante en el aumento de peso: el consumo excesivo de calorías y la escasa actividad física.

Cambios en la composición corporal (grasa, músculo, hueso y agua), que se van produciendo a lo largo de la vida del individuo al igual que en el funcionamiento de todos los órganos.

Distribución de la grasa.

Entre los 40 y los 50 años se produce un marcado aumento en la proporción de masa grasa en ambos sexos que continúa aumentando hasta los 70-75 años. Además, se modifica la distribución de la misma, que se acumula en mayor medida alrededor del abdomen y ocurre lo mismo en los órganos internos. Este cambio se hace más notable en la mujer. Está demostrado que la distribución abdominal de la grasa es un marcador sensible del riesgo cardiovascular. Una relación o índice cintura/cadera (se obtiene al dividir el perímetro de la cintura medido a la altura del ombligo entre el perímetro de la cadera) superior a 0,95 en el varón y a 0,80 en la mujer, se asocia con un aumento en el riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares y diabetes mellitus.

Pérdida de masa ósea (hueso).

Es a partir de los 30-35 años cuando se inicia una pérdida gradual, pequeña pero constante, de masa ósea. Los estrógenos (hormonas sexuales femeninas) cumplen la importante función de preservar la resistencia de los huesos a lo largo de la vida de la mujer. Ésta, después de la menopausia, al cesar la producción de estrógenos, presenta un riesgo aumentado con respecto al varón de su misma edad, de fragilidad y posibilidad de fracturas y de aparición y desarrollo de osteoporosis. No obstante, los varones con antecedentes familiares de osteoporosis tienen así mismo, riesgo de desarrollarla en la edad adulta.

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